INCIERTAS FILMACIONES
(UNA MIRADA SOBRE EL CINE INDEPENDIENTE DE LOS 70 EN BARCELONA)
(UNA MIRADA SOBRE EL CINE INDEPENDIENTE DE LOS 70 EN BARCELONA)
Vaya por delante que lo que aquí se pretende, más que un estudio al uso sobre cierto segmento de nuestro cine, es una evocación. La de alguien que vivió la época en primera persona al tener la fantasía o la inconsciencia de intentar participar. Esto es, la de pretender ejercer el oficio de cineasta. Y finalmente desde aquí y ahora acaba recordando, o intentándolo, con las brumas e imprecisiones propias de tantas décadas como han pasado.
En definitiva, una relación subjetiva e incompleta, -seguramente tanto falta como sobrada de nombres o referencias- cuya única ventaja es la del testimonio. Y su paradoja, la de una lejana proximidad.
Otra consideración a tener el cuenta. El propio termino “independiente” ya de por si confuso y difuso, es casi siempre insuficiente. Por eso, a lo largo de toda la reseña, se irá trenzando con otras definiciones más precisas: cine marginal, alternativo, militante, experimental, etc.
- FLASH BACK UNO
ABRE EL PLANO
SOLO HACIE POCOS AÑOS QUE SE HABÍA RECUBIERTO EL FERROCARRIL DE LA CALLE ARAGÓ
NADIE SOÑABA CON LA BARCELONA OLIMPICA
REINABA EL CAUDILLO
TONOS SEPIA
Barcelona, principios de los setenta. El panorama cinematográfico no era precisamente muy alentador.
Abarcando la industria nacional se podría decir que las conclusiones de las famosas “Conversaciones de Salamanca” del 55 resumidas en el diagnostico Bardem, (Un cine socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo y sobre todo industrialmente raquítico) seguían plenamente vigentes. (No estoy muy seguro que no lo sigan estando ahora, pero esto nos alejaría mucho de los que nos reúne)
Focalizando: La industria local languidecía después de más de una década de coproducciones, especialmente con Italia. Actividad que no pasaba del magro negocio ya que el grueso de la producción estaba constituido por títulos de escasa calidad concebidos para alimentar programas dobles.
Siguiendo la estela de los grandes éxitos americanos florecía el subgénero. Como el “peplum”, las de “agentes secretos” y fundamentalmente los “spaguetti-western”
(Quizás la excepción a la regla fue ESTAMBUL 65, de Antonio Isasi, película en la línea Bond concebida con ambición e ingenio y que logró la proeza de hacerse hueco en los mercados mundiales)
Pero los cambios de legislaturas y tendencias hicieron que al principio de los setenta, los pequeños imperios fílmicos de Barcelona, comenzaran a languidecer. (Empresas como los estudios Balcazar, poblado del oeste incluido en Esplugas, o la Factoria Iquino: un tinglado que mezclaba los modos y jerarquías hollywoodenses con un estilo netamente botiguer )
Fue una época en que el grueso de la producción lo constituían directamente subproductos. Basten de muestra títulos como el de LOS KALATRAVA CONTRA EL IMPERIO DEL KARATE (1973) de Manuel Esteba y la culminación de la saga de tales hermanos con un film tan representativo como EL E.T.E. Y EL OTO (1983, del mismo director) aprovechando de forma patética la secuela del famoso film de Spielberg.
Que semejantes operaciones tuvieran algún hueco en el mercado habla bien a las claras de que los estímulos que por entonces podía recibir un cineasta en ciernes no eran muchos.
PADRES Y REFERENCIAS
REFLEJO DEL FENÓMENO ESCUELA DE BARCELONA
Solo llegaban, difuminadas, las ondas emitidas por el trabajo de un grupo de directores unos años atrás. Los de un movimiento ya en retirada: la denominada Escuela de cine de Barcelona.
Aparte del caso de Jacinto Esteva, incapaz de levantar proyectos desde el principio de los setenta y prematuramente muerto en 1985 *, Gonzalo Suarez iniciaba una nueva etapa madrileña, Joaquin Jordá abandonaría la dirección y no reaparecería hasta los ochenta, Carles Duran se pasaría a la producción, Vicente Aranda iniciaría una etapa de cine más comercial...
Era la resaca de un movimiento, que tuvo una parte de voluntad de ruptura, de experimentación fílmica, pero otro tanto, o más, de calculada operación de marketing.
Especialmente de manos de un personaje bregado en los vericuetos de la conspiración y la política cultural como Ricardo Muñoz Suay. Este había desembarcado en Barcelona proveniente de la industria madrileña donde había intervenido en la producción de cierto cine de izquierdas, auspiciado por el PC a través de la productora Uninci (Con la colaboración de las tres bes míticas de nuestro cine: Bardem, Buñuel y Berlanga). Films que en ocasiones pusieron al régimen en evidencia, sobre todo con operaciones como las de VIRIDIANA (1961) o EL VERDUGO. (1963)
Muñoz Suay era un hombre muy bien relacionado con aparatos promocionales fuera de España. Revistas especializadas y grandes festivales, como Pesaro y Venecia. Y en el interior la plataforma crítica que le propicia la revista “Fotogramas” donde vierte cientos de artículos de apoyo al movimiento, y contribuye a la creación de una marca que comenzaría a llamarse Escuela de Barcelona..
...Muñoz Suay registra la patente de un invento que, aun no siendo suyo, equiparaba a Barcelona con Nueva York como sede de una producción independiente que él supo promocionar con la habilidad propia de alguien que si entonces aún no tenía intereses propios en el negocio, poco después asumiría el liderazgo del movimiento.
“Ricardo Muñoz Suay” de Esteve Riambau
* La trayectoria claramente autodestructiva de Cinto Esteva fue reflejada en un excelente film documental firmado por Joaquin Jorda en 1990: EL ENCARGO DEL CAZADOR
A pesar de la crónica precariedad industrial, y especialmente del escaso eco que tuvo por parte del público, la Escuela, de la mano de sus cineastas más representativos, pergueñó al menos una decena de films de interés : FATA MORGANA, (Vicente Aranda, 1965) NOCTURNO 29 (Pere Portabella, 1968) NOCHE DE VINO TINTO (José Maria Nunes, 1966), LIBERXINA 90 (Carles Duran, 1970), LEJOS DE LOS ARBOLES -1 ( Jacinto Esteva, 1969), UNA HISTORIA DE AMOR(Jordi Grau, 1967) DITIRAMBO (Gonzalo Suarez, 1967) y el film manifiesto de Jacinto Esteva y Joaquín Jorda DANTE NO ES UNICAMENTE SEVERO del 67 .
Pero el movimiento no pasó de una vaga operación de publicitar ciertos conceptos de modernidad que entroncaban con otros fenómenos. Las nuevas tendencias que se representaban en la bulliciosa Tuset Street: un incipiente arranque de la moda, la fotografía, el diseño, y la arquitectura (Ricardo Bofill con el corto CIRCLE (1966) también participó del movimiento) Abrochado todo con otros fenómenos culturales como el de la “nova cançó”. Era el malestar de la primera generación que no había hecho la guerra civil y se sentía sumamente incómoda en una España que pretendía abrirse a la modernidad del resto de Europa pero todavía llevaba el pesado corsé franquista.
Si Muñoz Suay aportó el concepto, el promotor de la cultura del ocio Oriol Regás lo hizo con el decorado. (Regás también estaba entroncado con la corriente de burguesía contestataria, que era el caldo de cultivo de buena parte del asunto. Con la insólita excepción de José Maria Nunes: provenía de una parte aún más alta de la ciudad que la mayoría, las barracas del Somorrostro). La escenografía nocturna propuesta por Regás aparece ahora como imprescindible en la evocación: la discoteca Boccacio como templo laico de los iniciados. Complementada por el lejano Cadaqués, que entre la bruma marítima, oficiaba como el escenario de una exclusividad que era carta de naturaleza de los componentes de lo que se dio por llamar –según los bautizó Joan de Segarra en un artículo en el diario “Tele-eXpres” del 69- la Gauche divine, o en palabras cítricas de Pi de la Serra, el PCC: Partido Comunista de Cadaqués.
En el intento de abocetar el paisaje fílmico de la época vuelve un personaje clave: Ricardo Muñoz Suay.
Cuando ya entrados los setenta la viabilidad de lo que significaban los productos de la Escuela de Barcelona se fue disolviendo, el avispado Muñoz Suay cambió de tercio y contribuyó a montar en Barcelona una productora dedicada al género de Terror. Profilmes, que tuvo una fértil etapa, más de una veintena de films en pocos años y a la que el mismo Muñoz Suay publicitó como la “Hammer española”, con el inefable Paul Naschy en muchos de los papeles protagonistas. Sus productos muy exportables eran de escasa calidad. Y a la larga, la cruda luz levantina y el pino mediterráneo (fotografiados en atroces “noches americanas” ) poco pudieron contra el goticismo más auténtico de la productora inglesa.
Bien, este era el panorama. Y la mirada del lletraferit por el cine, seguía sin poder atisbar algún oasis en medio de un desierto mayoritariamente compuesto de subproductos.
En fin, era lo que había.