HISTORIA DEL CINE INDEPENDIENTE SUD AMERICANO

Cine Independiente Argentino
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Cine Independiente Argentino, el “último” Nuevo Cine argentino se encuentra indisolublemente ligado a la palabra Independiente.

Contenido [ocultar]
1 Cine Independiente Argentino contemporáneo
2 Mujeres en el cine independiente
3 Nuevo Cine Indepediente Argentino de bajo presupuesto
4 Fuentes
5 Véase también
5.1 Festivales y premios de cine
6 Enlaces externos

[editar] Cine Independiente Argentino contemporáneo
Independiente en sus modos de producción, pero no tanto en sus temas; independiente en la marginalidad de su estética pero no en su inserción al circuito internacional. El puntapié inicial lo da Martín Rejtman, escritor y cineasta, con su primer largo, Rapado (1991). Filmado en 1991 pero estrenado comercialmente en 1996, este es un film solitario, hosco y sobrio hasta el paroxismo. Frágil y preciso, el “no-argumento” de este filme surge de la cruza de varias historias del libro de relatos homónimos de Rejtman, e implota, como asordinado, en la más absoluta cotidianeidad. Minimalista al extremo, la extremadamente simple y cuidada (a)puesta de filme, sienta las bases para gran parte del cine que vino después. Otro dato importante que ayuda a definir el mapa de situación es el crecimiento sostenido (e impresionante en su proporción) que se da en el número no sólo de los alumnos, sino de las escuelas de cine en Argentina. Los cortometrajes florecen de modo imparable y las vertientes temáticas se diversifican, surgiendo dos importantes corrientes: el costumbrismo social, austero y realista, generalmente en blanco y negro; y un cine más ligado a indagar en cuestiones de identidad y género (gender), personal e intimista. En 1995, un grupo de nuevos realizadores, ganadores de un concurso del INCAA (Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales) de cortometrajes, deciden estrenar los cortos conjuntamente bajo el nombre de Historias breves. Lo que empezó como una simple muestra, pasa a tener una importantísima repercusión crítica y, sorprendentemente, de público. Casi todos los realizadores tienen alrededor de veinticinco años, y han pasado por alguna escuela de cine. Adrián Caetano, Bruno Stagnaro, Sandra Gugliotta, Daniel Burman, Lucrecia Martel y Ulises Rosell son algunos de los nombres que esta “punta de iceberg” hace visible, y entregarán en el futuro inmediato títulos fundamentales para este nuevo cine. Los primeros en llegar al largometraje son Caetano y Stagnaro con el inmenso y artesanal éxito (de crítica y de público) de Pizza, birra, faso (1997) y Daniel Burman con su ópera prima Un crisantemo estalla en Cincoesquinas (1997), una sorprendente aventura, con toques de spaguetti western, que remite a un nuevo mundo, completamente ficcional, del todo imaginario, ligado a una latinoamérica mítica y mística.

Pablo César es otro de los nombres que es imposible olvidar al pensar en el Cine Independiente de los '90. De Fuego gris (1992), su particular fábula sobre la alienación juvenil construida de sugestivas metáforas visuales en una tenebrosa Buenos Aires y en torno a la siempre efervescente música original de L. A. Spinetta, a Afrodita, el jardín de los perfumes (1997), su relectura en clave Pasolini de un mito imaginario de Mali, África. Continuando el trazo de esa corriente de cine decididamente libre aparece la ópera prima de Mariano Galperín, 1000 boomerangs (1994). Con un guión novedoso, acerca de una banda de rock inglesa de paso por "la pampa", rico en situaciones absurdas y un sutil sentido del humor, sumado a una puesta en escena más que nunca desarrollada desde lo artesanal, abre el juego para otro color distinto en el cine local. La locura de Galperín no se detiene: más adelante vendría Chicos ricos (2001), esta vez con el moderno aporte de la música original de Trineo, y una cómica y trágica historia de publicitarios cornudos, dealers y putas. La apoteosis de esta vertiente llega con la ópera prima de Eduardo Capilla, + bien (2001), protagonizada por Gustavo Cerati y Ruth Infarinato, con una originalísima puesta visual y narrativa y la esencial partitura del mismo Cerati; se presenta ante todo como “una obra para el bien público”.

Este cine, donde la importancia de modelos con poca inserción en el circuito comercial (cortometrajes y documentales) es capital, tuvo un aliado esencial en su difusión y crecimiento. Organizado por el Gobierno de la Ciudad, el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) surge como una necesidad impostergable en abril de 1999, e inmediátamente se instala como una cita obligada del calendario local. A él le deben su plataforma de lanzamiento los herederos del costumbrismo de Pizza, birra, faso, la vertiente más difundida y exitosa internacionalmente. Una serie de títulos: Mundo grúa (1999, Pablo Trapero) (ganadora de los premios a Mejor Director y Mejor Actor, Luis Margani, en la Competencia Oficial de la 1a edición del BAFICI), Bonanza (2001, Ulises Rosell) (un original falso documental sobre una familia “no tan normal” con música original de Manu Chao), Modelo 73 (2001, Rodrigo Moscoso) (una historia de amor sobre tres amigos y un auto viejo al calor del verano, en Salta, con música del cansino Adrián Cayetano Paoletti), La libertad (2001, Lisandro Alonso) (minimalismo al extremo, nada más que un día en la vida de un hachero en La Pampa, “tal cual es”), Bolivia (Adrián Caetano, 2001) (la xenofobia latina, o cómo un boliviano llega a Buenos Aires, es explotado, y luego asesinado). Por último, la más reciente (y quizás la mejor): Tan de repente (2002, Diego Lerman). Otra vez el parco blanco y negro y la vida de todos los días, pero esta vez personajes luminosos, y una novel y joven actriz que brilla en medio de una historia optimista, Tatiana Saphir. Protagonista también del corto de Nicolás Alvarez, Violeta (2001), ganador del premio al Mejor Corto Argentino de Italia Cinema en el 3er BAFICI (y luego exhibido con éxito rotundo en los Festivales de Venecia y Los Ángeles Latino); y uno de los rostros claves de este nuevo cine, junto a los de Dolores Fonzi (Caja negra, Esperando al Mesías), y Héctor Anglada (Pizza, birra, faso, Bolivia, Herencia (Paula Hernández, 2001)).

[editar] Mujeres en el cine independiente
El desempeño de las mujeres directoras de este Cine Independiente Argentino merece un párrafo aparte. Entre los minúsculos y artesanales cortos de Eloísa Solaas (Lila (1998), Todas las cosas (1999)) y la impresionante consagración de Lucrecia Martel con su largo debut, La ciénaga (2001); una interesante camada de directoras presentan obras de gran valor. De los cortometrajes, un capítulo vital de esta historia, resaltan el universitario y fresco relato de Violeta Uman, Clarilandia, gotas de amor (2001), y las esenciales experimentaciones de Albertina Carri, Barbi también puede eStar triste (2001) (melodrama porno de animación protagonizado por las populares muñecas) y Aurora (2001) (comedia relatada en foto fija acerca de una mujer que se enamora de una quesera), y hasta aqui un denominador común: el tema de la diversidad sexual; por otro lado las preciosistas obras de Daniela Cugliandolo en Super 8. De los largos, dos óperas primas: la ya mencionada Herencia, estrenada con gran éxito recientemente, y el debut de Verónica Chen, Vagon fumador (2001), una sórdida historia de amor entre una adolescente y un taxi boy que atiende en cajeros automáticos en una crepuscular Buenos Aires.

[editar] Nuevo Cine Indepediente Argentino de bajo presupuesto
Desde hace algunos años, lo que en la década del ’90 se denominó Nuevo Cine Independiente Argentino, entró en una etapa de franca decadencia. El verdadero Cine Independiente Argentino atraviesa actualmente serias dificultades, dado que la crisis económica complica en gran manera para los nóveles realizadores la obtención de apoyo financiero. Ante esta situación, a partir del año 2008, jóvenes cineastas y artistas relacionados con el cine, decidieron emprender el dificultoso camino de producir sus obras por cuenta propia, de manera cooperativa, con el aporte de recursos materiales y humanos de particulares o productoras independientes, pero con el objetivo de que este “nuevo cine independiente” tenga la posibilidad de ser difundido, no solo en festivales, sino al público masivo. Es el caso de Henry More (cineasta), joven director que se encuentra en la última fase de preproducción de su opera prima Continuado, o el de Fabio Sánchez, otro novel cineasta quien se encuentra también preproduciendo su primer film Jesús de San Nicolás. La idea de este grupo de jóvenes es también iniciar una renovación del cine independiente argentino, no solo en cuanto a temáticas, si no a puntos de vista ideológicos y estéticos.

[editar] Fuentes
[1]
[editar] Véase también
Cine de Argentina
Cine latinoamericano